China y Ecuador son dos países cuyos vínculos diplomáticos y políticos, desde su establecimiento hace 41 años, han evolucionado en torno a tres momentos:
1. El comunicado conjunto por el que ambos países establecieron relaciones diplomáticas en 1980, bajo la consideración del principio de “Una sola China” y la idea de “Un país, dos sistemas”, por la situación de Taiwán, Hong Kong y Macao. (Ver el documento aquí).
2. La denominada “Asociación Estratégica Integral” en 2016, en Quito. Particular grado de relacionamiento por el que China atribuye especial énfasis al diálogo político, a la cooperación financiera y a la inversión a gran escala. (Ver el documento aquí).
3. La adhesión del Ecuador a la “Nueva Ruta de la Seda”, también conocida como “Belt and Road”, en diciembre de 2018, y en noviembre de 2019 al Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura, en Beijing. Se trata de un nuevo tejido de diplomacia económica con China para impulsar la cooperación en un escenario Covid-19, priorizar la inversión directa, generar redes eficientes de economía digital y nuevos vínculos entre los países de la región de Asia y el Pacífico, con la expectativa de mejorar las rutas comerciales y abrir nuevos mercados, en una época de crisis global de salud pública que ha afectado severamente las expectativas de crecimiento. (Ver el documento aquí).
Hoy es impensable diseñar agendas y estrategias de política exterior sin abordar, con criterio multidimensional, el papel que juega China en la actual estructura de poder de las relaciones internacionales, en la economía global y en su gobernanza. Dentro de este nuevo escenario, el Ecuador mantiene un enfoque renovado de sus prioridades de política exterior, a través de una correcta comprensión del actual modelo político y económico del gigante asiático.